sábado, 22 de mayo de 2010

El Anticristo.

Cada vez que leo a Nietzsche me sorprende más su crítica. Si ya lo flipaba cuando describe a Kant y a los metafísicos como arañas, cuando he leído el final del Anticristo el colega ha vuelto a sorprenderme. Épico totalmente:

Voy a escribir esta acusación en todas las paredes del mundo, y lo haré con letras que podrán ver hasta los ciegos. Considero que el cristianismo es la única gran maldición, la única gran perversión que afecta lo más profundo del ser humano, el único gran instinto de venganza, para el que no hay medios lo bastante venenosos, subterráneos y ruines. Considero que es la única mancha inmortal que ha deshonrado la humanidad.

¡Y pensar que medimos el tiempo tomando como punto de partida el día nefasto en que comenzó semejante fatalidad, el día primero del cristianismo! ¿No sería mejor medir el tiempo a partir de su último día? ¿A partir de hoy? ¡Inversión de todos los valores!

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