viernes, 16 de septiembre de 2011

Relatos del Submundo. Capítulo 2: Matamuchachos.

Pasaban las doce y Serafín apuraba su vaso de vino. Se acabó el poco que le quedaba, sorbió los restos que quedaban en su espeso bigote y se preguntó si sería buena hora para cerrar el bar.

El Riscla era el único bar en muchos kilómetros a la redonda. Antaño fue un bar como cualquier otro, pero después de las catástrofes sucedidas en la edad oscura, las cosas habían cambiado. Ahora Serafín mantenía el bar abierto sólo porque los guerrilleros y demás mercenarios de la zona se lo permitían; y se lo permitían porque era el único tugurio de la zona donde podían conseguir alcohol de relativa calidad, destilado en el sótano de su bar.

La puerta le sorprendió mientras se devanaba en sus pensamientos. Un joven de no más de una veintena de años acababa de entrar en el Riscla. De pelo corto y mirada fría, casi inhumana, vestía una gabardina de cuero negro que ocultaba completamente su cuerpo, dejando sólo a la vista sus roídas botas marrones. Algo en su interior se sobresaltó.

- Sírveme un trago de absenta.

Serafín, en silencio y con las manos temblorosas, procedió.

- Y un matamuchachos.

Serafín se acercó a la caja de puros y le acercó uno al joven.

- ¿Dónde está Noé? –preguntó el joven.

- Perdóneme, señor mío, pero no conozco a ningún Noé. – contestó el barman, con una gota de sudor resbalándole por la sien.

- Entonces te mataré – le espetó el joven, con absoluta frialdad.

El sonido de la puerta del baño interrumpió la conversación. Salió de allí un hombre o, mejor dicho, lo que antes fue un hombre. Tenía cuatro brazos y medía más de dos metros de alto. Sus cejas estaban juntas y balbuceaba para sí mismo palabras ininteligibles. Se acercó al misterioso joven, que observó la escena mientras se encendía su puro. Cristóbal, esa bestia indómita, alzó sus brazos superiores para golpear al joven, que, esquivando sus ataques con varias fintas, aprovechó para apurar su copa de absenta. Un tercer y un cuarto puñetazo, lanzados desde sus brazos inferiores, fueron esquivados con facilidad. El joven se plantó delante de Cristóbal con total facilidad, le miró a los ojos y le escupió la bebida, que todavía mantenía en su boca. La bestia gritó de dolor, sus ojos le escocían y lanzaba puñetazos al aire de forma frenética. El misterioso joven, con la tranquilidad de alguien que se sabe invencible, inhaló una profunda calada y lanzó el matamuchachos contra la cara de la bestia, lo que provocó la combustión de absenta, carne, pelo y músculo.

Los gritos de Cristóbal alertaron a Celsa, la mujer de Serafín, que escondida en la cocina, lo había visto todo y que, mientras tenía lugar la pelea, aprovechó para cargar las dos escopetas recortadas que Serafín tenía escondidas en la cocina. Salió de la cocina derribando la puerta de una patada y disparó las escopetas, a quemarropa, a la cara del joven, que cayó abatido al suelo.

Serafín respiró con alivio, Celsa respiró con alivio y Cristóbal, irreconocible y con el rostro –más- desfigurado, consiguió incorporarse.

- Te he preguntado, viejo, dónde está Noé –el joven se incorporó desde el suelo, con media cara mordida por los disparos. Detrás de su piel, chamuscada podía percibirse un ojo de color rojo como la sangre. Ese chico no era humano.

No lo sé, ¡no lo sé! –le espetó Serafín entre lágrimas.

El joven arrancó una de las escopetas a Celsa y, con un disparo certero, disparó al barman en la rodilla.

- He dicho, que dónde está Noé – repitió el joven, entre los gritos de su víctima.

- No sé dónde está, ¡lo juro!

- Entonces morirás.

- Espera, ¡conozco a alguien que quizá pueda contestar a tu pregunta!

El joven bajó la escopeta, Serafín se acercó al teléfono, cojeando, y, cuando tuvo línea, dijo: Pedro, necesito tu ayuda.

5 comentarios:

  1. Asacooooo!!!! a qué te escupo absenta en la face?





    -DKR-

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  2. LoL, por fin lo leo!! XD si pensáis en ponerme, quiero ser un esbirro de Artero, y estaremos entre el bien y el mal.

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  3. Gardo tenemos para ti un personajazo crema.

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