jueves, 30 de septiembre de 2010

Home Alone

¿Os acordáis del mítico capítulo de los Simpsons en que Marge deja la casa en manos de Homer? Llevo cuatro días viviendo sólo en casa y estoy dejando esto como una cuadra; calcetines por aquí, lata de Coca-Cola por allá, revistilla por aquí, papeles por allá. Justo a mi lado tengo el Pseudo-Actimel del desayuno y un zumo del de ayer, en la silla dos sudaderas, un Petit Suisse robado a mis sobrinas encima de la mesa y, en definitiva, muy poca vergüenza. Lo de la ropa sucia empieza a superarme un poco y no encuentro las instrucciones de la lavadora, le he sacado más uso al microondas en cuatro días que mi madre en cuatro meses, he usado más los tuppers que una jubilada en una boda; llevo una semana sin afeitarme y me he hecho menos el pelo que Coto Matamoros. He transtornado el ya enfermizo horario de sueño que tenía –sólo hace falta mirar a qué hora me da por escribir-, he descuidado bastante mi asistencia a clase –aunque también es verdad que mis profesores pasan de todo más que yo- y me he puesto a ver programas de poker con una Coca-Cola tocadita de Whisky a altas horas de la madrugada. ¿A qué extremos podría llegar a degradarme de llegar al punto de vivir totalmente sólo?, ¿humanizaré la lavadora?, ¿me devanaré los sesos creando ingeniosas trampas para evitar un supuesto robo?, ¿acabaré desarrollando algún tipo de drogadicción y formando amistad con un excéntrico millonario con aún más excéntricas tendencias sexuales? Ay, aciago futuro.

Me lo repito, para ver si surte efecto. Mañana me levanto pronto, recojo toda la porquería y me centro. Mañana me levanto pronto, recojo toda la porquería y me centro. Mañana me levanto pronto, recojo toda la porquería y me centro. Mañana me levanto pro... ¡Qué coño!, ¿alguien se apunta a jugar a Marco Polo? :)

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